viernes, 16 de diciembre de 2011

Con ganas de que estuvieses parada todo el trayecto

   Con ganas de que estuvieses parada todo el trayecto, en realidad no me importa si vienes cansada, no me importa siquiera regalarte mi lugar. Si fueras mi amiga te amaría como tal y te dejaría mi asiento, pero en realidad me encanta tu figura parada. Tus caderas y esa fusiforme línea que destapa parte de tu vientre y hasta donde tu autoritario pantalón lo desea, eres muy delgada, tus senos en realidad casi llegan a nada, así como lo que me importa dejarte mi lugar, tu plática con tu no moderna compañera no me importa más como lo que me importa el personal, “viene una curva., sostente” –lo pensé- pero no te pongas rígida, me recuerdas el hielo que he tenido que raspar en mi vida, deja que tu cuerpo se vuelva uno con la curva, el camión, tú y yo.

Me encanta que veas que te veo, esa mirada amplia que es la femenina… me encanta que me veas mirar tu cuerpo, tú no pareces cohibida, de vez en cuando cambias de posición o enlongas esa fusiformidad ventral. Tu pelo corto y tu lunar donde las chicas sexys saben tenerlos; en realidad sólo nos miramos un par de veces, con la primera tengo para que el escalofrío me bañe; ahora me divierto contigo, jugaremos al me miras y no te miro. A ver quién se voltea primero. No me es extraño, tu espalda por lo tanto tu espina dorsal encaja perfectamente en esa pelvis, esa pelvis que no necesita un nivel ni ninguna rectitud que descubre y hace a la vista lo que ya de por si es obvio y animal. Tus nalgas deberían cubrir ese pantalón. Mi imaginación esta vez no me falló. Nadie te cede lugar, así que platicas a distancia con tu antigua amiga, o madre o esa humanidad oxidada. Quizás todos comploteamos para tenerte parada, pero al desocuparse uno tú no quisiste sentarte aunque la plática ya estaba terminada. Vi en tu cara decir: “no, allí no” y voltear hacia mí, si quieres mi lugar sería mejor que pienses en otro o en un enfrentamiento de sexos. Yo con mi misma sonrisa tan fingida y al mismo tiempo tan infantil, como nunca se había visto un niño barbudo sonreír así.

Mira lo que haces, que hasta John Coltrane calló, afortunada tecnología que sabe guardar las cosas en su momento y no ésta humanidad que guarda solo lo que le conviene guardar. Malditos ecologistas y su calentamiento global tan homogéneos seguro carecen de corazón hacia sí mismos.

Mientras reinicio este circuiterío endemoniado, pienso en lo afortunado que soy, que durante el trayecto no hubiera túneles o partes donde predomine la oscuridad que me hagan ir a tocarte pero claro siempre cuidando mi lugar, qué podrías pensar ¿le llamarías a alguien “enfermo” sólo por eso? ¿Es acaso un enfermo quien cumple sus fantasías, sus sueños y sus alegrías? ¿Es para ti un enfermo alguien bueno o malo? En fin, tu remojar de labios es un acabose, siento tu lengua en otras partes recorrerme, se desocupó el asiento vecino de la compañera de viaje desconocida de tu vejestorio acompañante femenino, disculpa si le llamo de esa forma John Coltrane me pide vivir en el presente, sin dudarlo (en tu cara lo reflejas) te sientas y no pude evitar ver tu espalda baja caer, lo cual no me dio placer, sino un eterno retorno a la soledad incompartida, siento mis esperanzas fallidas y las de mis ojos ser ciegas, pronto busco a donde ver, no veo más. Vuelvo a ti… o los restos de ti. Lo que queda de ti, esas agarraderas que tienen los camiones me permitieron ver parte de tu piel que cubre tu hombro, por arriba un poco de cuello y tu cabeza con ese corte tan fálico, me tuve que conformar con tu pelo, tu pinche pelo, el mismo de todos, ese que se quema y huele a demonios, ese que has de lavar diario y diario se ha de enredar.

Que es un instante comparado con el infinito, un pedazo de nada para quien mide su tiempo en tiempo, para quien los días, los meses y los años tienen sentido. Pero para mí ese instante que estando sentada y no sé qué te hizo mirar justo detrás de ti. Justo donde no hay nadie salvo yo, justo a mí, te volteas, entiendo, no puedes quedarte todo el tiempo volteando, tu cuello, no da vuelta de 180° o un pi, entiendo quizás solo quieres llevarte una última foto de tu admirador primitivo callado expectante, un enamorado repentino de los tantos que habrás tenido.

Es por este instante, por este solo instante en  que nuestros ojos se miran y mi demás gesto era el de un pobre hombre que te desea el mejor sexo tántrico laboral materno paterno amoroso ocioso casual hardcore sádico drogadicto adolescente masturbante extraño extranjero beniélico que tu cuerpo sea capaz de recibir, que nunca te falte; que salgas con esa sonrisa siempre. No te conozco, quizás  prefieres otras cosas, humildemente te deseo todo lo mejor que no he tenido. Te llamaré Marilín pues eres una mujer más en mi vida con nombre de letra inicial M.


Nínfula .
Foto: Grisel Pajarito.
Modelo: Paryma.

1 comentario:

  1. Que bonitooo!! Todo, la escena que se creaba en mi mente con las líneas que leeí... Las fotos son hermosas, el color, el gesto del cielo...
    Un abrazo, Anael.

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