lunes, 12 de diciembre de 2011

Realismo México


En El Ombligo de Nuestra Señora de Guadalupe, el Señor Pedro Hijodemilputas mandó llamar aceleradamente a uno de sus achichincles, en este específico caso a Julián Pasaditodehuevos, la encomienda era sencilla, chingar, del verbo torturar psicológicamente, matar delante de él a toda su familia con lujo de crueldad, quemarle las pestañas, clavarle alfileres en sus ojos y en cada una de sus uña, retorcerle los pezones, darle toques eléctricos en los huevos, cortarle las manos con un cuchillo de carnicero y finalmente matar de la manera más dolorosa posible a un hijo de la chingada que le estaba jugando chueco, en éste específico caso, a Jorge Mevalevergas, a quien en un licuado arrebato de valentía y estupidez se le ocurrió transarle unos cuantos kilos, cientos de kilos a su mero patrón, su objetivo, convertirse en el mero cabrón de la historia. Así pues, Don Pedro que no sentía precisas ganas de que otro vato fuera el más cabrón, dio órdenes breves y concisas, Julián Pasaditodehuevos acató de inmediato y se dirigió a cumplir con sus deberes, cabe señalar que era un verdadero huevón de esos que nacen cada milenio y deberían ser deidades, Pasaditodehuevos era capaz de evadir cada una de las responsabilidades encomendadas a su persona con digna maestría, así que valiéndose de su capacidad de convencimiento siempre se hacía rodear de chamaquitos vagos sin ganas, ni manera alguna de poder estudiar, los cuales por unos cuantos miles de pesos, que para su edad es bastante dinero, se encargaban de las tareas propias del chalán, convirtiéndose así en chalancitos indirectos de Don Pedro HIjodemilputas. Todos los preparativos se realizaron a la perfección, sólo había un detalle que no habían planificado del todo, el encargadito de arrebatarle la vida a Jorge Mevalevergas era un vaguito muy cabrón y también era hijo, de un primo, de un medio hermano que también era vecino de Jorge Mevalevergas, dada la cercanía y ante la enmienda familiar de que “la familia es nada más después del dinero en una escala de valores simples” no tuvo más remedio que pensarlo dos segundos y chingar a ese pariente muy lejano con toda su familia de por medio, pero no sin antes gritarle perdón en un noble arrebato de ética sicaria. El trabajito fue tan bien realizado, tan noble, tan humano, tan exacto, tan limpio, tan cristalino y en algún punto incluso tan artístico, que Don Pedro Hijodemilputas mandó un decreto en el que se especificaba que Ramirito Miraquecabrón, nombre del pequeño delincuente, a sus breves quince años se convertiría en asistente directo suyo,  por haber mostrado gallardía y delicadeza en uno de los asesinatos más emblemáticos y memorable para la causa de su organización, puesto que con él demostró que aquel sujeto que se atreviera a traicionarle estaría destinado inminentemente a convertirse en una cifra más de las rechonchitas listas de muertos. Así que Ramirito Miraquecabrón sería conocido desde ese momento como El Hijitodemilputas, Don Pedro nunca tuvo hijos, sus mecos no eran tan fuertes para llegar hasta los óvulos, así que vio en este chamaco la oportunidad de reclutar a un excelente cabecilla del negocio en un futuro, que lastimosamente no llegaría a cumplir con el gran encargo, pues murió en alguno de tantos tiroteos que se dan a aquí, en El Ombligo de Nuestra Señora de Guadalupe, donde nos encantan los putazos en nombre de dios. 

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