miércoles, 4 de enero de 2012

Memento Mori Vol 2

Cuando matas una cucaracha ¿por qué lo haces?. ¿Realmente esa breve figura concentra tanto poder como para hacer brotar de ti a una bestia que sin más remedio arremete contra ellas mediante la justicia de la suela de su bota, haciéndoles pagar el pecado de existir en tu tiempo y en tu espacio junto a ti?. Brutal. Me parecen hipócritas aquellos asesinos de cucarachas que critican a la fiesta brava. Nada más similar en el mundo. Pareciera que las cucarachas son criadas sólo para en un futuro ser asesinadas en una cocina cualquiera, con previo azoramiento y acoso, y gritos y espanto y júbilo y ´oles, por asomarse cuando alguien estaba pidiendo un brindis por los héroes de guerra de la nación. Diferente sería que te enfrentaras a ellas (como diferente sería ver a un torero hacer sucumbir al toro por el cuello), que las pusieras en la palma de tu mano boca arriba, y las miraras de frente mientras agonizan moviendo sus patas rápidamente los minutos que sean necesarios hasta dar su último estirón, y entonces sí, tirarlas al piso ya vueltas cadáver, y aplastarlas, después de haberlas confrontado cabalmente. Nunca lo harás, el asco que producen te domina, te hace temblar, tensa tus manos, aprieta tu quijada, y no tienen garras, y no tienen veneno, y no tienen instinto asesino, pero no lograrías siquiera soportar tres segundos antes de que tu acelerado corazón te obligara con un piquete doloroso en el brazo izquierdo a dejarla caer para exprimirla con tu zapato, porque todos sabemos que con los pies desnudos nunca lo harías, aunque no tengan espinas. La cucaracha ha evolucionado a tal grado que su mecanismo de defensa primigenio es el miedo ejercido en silencio por saberse eterna. Cuando revientas una cucaracha, pareces ser valiente, valiente como los que deciden los destinos de los distintos con dados atómicos, mientras beben cognac. 

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